miércoles, 13 de abril de 2011

Exilio

Aire de infancia en los viejos pulmones de la memoria,
en los molinos, en los ventanales del alma.
En los latidos en suspenso. En la mirada
reiterada en la huella,
huella de tierra, tierra de álamos,
de lagunas sedientas, de calandrias.
Vida súbita, que un día, me hizo ser allí
cuerpo caliente y corazón.
Y brazos con raíces.
Que un día me hizo ir también
sin verde cielo de pasto. Sin preguntarme
quién era. Adónde iba.
Ya no puedo ser otra cosa que errante.
Apilaré mi vida mundo a mundo
y me llevaré ese exilio a todas partes
hasta que vuelva a morir bajo esa luna.

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