viernes, 11 de marzo de 2016

ARRAIGO

Los pájaros se posan en los bebederos
y en las mañanas,
en el umbral del cielo, renovadamente azul,
genuinamente inmenso.
La madrugada se levanta con el viejo.
Martínez, viejo curtido
de los duros secretos del invierno
del lomo sudado de su caballo
del trabajo largo
de los hijos lejos.
Lo acompañan únicamente, el mate
y María Elisa, en el recuerdo.
Su soledad es tan vasta como el campo
pero allí tienen raíz sus huesos.

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